Ainhoa Martínez, investigadora del IRNASA.

El IRNASA refuerza su apuesta por el talento científico de excelencia

Ainhoa Martínez Medina, investigadora del Programa de Atracción del Talento Científico, ha sido seleccionada como número uno de España en la categoría de ‘Ciencias agrarias y agroalimentarias’ de los contratos Ramón y Cajal

DICYT El Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro propio del CSIC) refuerza su apuesta por la incorporación de talento científico gracias a las últimas resoluciones del Ministerio de Ciencia e Innovación, a través de la Agencia Estatal de Investigación (AEI), y del Ministerio de Universidades. La investigadora Ainhoa Martínez Medina ha sido seleccionada como número uno en la categoría de ‘Ciencias agrarias y agroalimentarias’ de los contratos Ramón y Cajal, mientras que una de las ayudas para la Formación del Profesorado Universitario (FPU) ha beneficiado a Marta López García, otra científica del centro. En línea con su plan estratégico como Unidad de Excelencia de la Junta de Castilla y León, el IRNASA logra consolidar y ampliar su plantel para seguir liderando proyectos innovadores en el ámbito de la agricultura y la ganadería.

Los contratos Ramón y Cajal son los más competitivos para la incorporación y consolidación de jóvenes investigadores en España. En este caso, Ainhoa Martínez Medina ha quedado primera en su categoría y esto supone que, además de conseguir un contrato durante cinco años, el CSIC sumará para su proyecto un programa de atracción de talento propio que aporta 150.000 euros y que está destinado a incorporar más personal. Ese primer puesto es un gran reconocimiento al currículo y a la trayectoria, porque valora la publicación de artículos, el liderazgo, la movilidad internacional o la colaboración con empresas, entre otras cosas. “Todo cuenta, incluida nuestra línea de investigación y su potencial”, explica la investigadora en declaraciones a DiCYT.

El objetivo de esta científica murciana es conseguir plantas de tomate que puedan resistir las plagas empleando microorganismos beneficiosos, sin los contaminantes pesticidas actuales, un conocimiento que después se puede aplicar a otros cultivos. Ainhoa Martínez llegó al IRNASA en 2019 gracias al Programa de Atracción del Talento Científico del Ayuntamiento de Salamanca. De hecho, este programa ha sido clave para su éxito en esta convocatoria, ya que “el problema que tenemos los ‘jóvenes científicos’, aunque ya tengamos 40 años, es que es muy difícil que puedas liderar un proyecto como investigador principal, porque es muy raro que te hagan contratos de más de dos años, mientras que los proyectos suelen durar tres o cuatro años como mínimo, así que es casi imposible que lleguemos a dirigir alguno como investigador principal”.

En cambio, el Programa de Atracción del Talento Científico le ha permitido ser investigadora principal y crear su propio grupo, con la contratación de otros dos investigadores postdoctorales y la realización de un proyecto para tres años y con una sólida financiación. En su opinión, el equipo que dirige en el IRNASA es magnífico: “Estamos sacando mucho trabajo para adelante, haciendo cosas muy interesantes y funcionando de forma muy eficiente”, asegura. Lo interesante del nuevo impulso que supone el contrato Ramón y Cajal es la posibilidad de sumar aún más personal con talento. “Los 150.000 euros son para contrataciones casi en su totalidad, así que podríamos incorporar a otro investigador posdoctoral, a alguien que haga su tesis y a algún técnico”, comenta.

Afrontar plagas con el microbioma de la dehesa

El propósito del grupo de investigación de Ainhoa Martínez, dentro de su trabajo con microbios que ayudan a las plantas a defenderse de las plagas, es contribuir a una agricultura más sostenible. “Pretendemos entender cómo funcionan los microorganismos del suelo para usarlos en biocontrol. Así, las plantas tendrán un sistema inmunitario más fuerte y podríamos prescindir de fitosanitarios. El ecosistema y la sociedad se verán beneficiados”, apunta.

Una de las partes más interesantes del proyecto es la realización de un modelo del comportamiento de los productos de control biológico basados en microorganismos. “Las condiciones del suelo y su manejo hacen que el funcionamiento sea muy variable”, señala. De hecho, el equipo tenía previsto realizar un experimento en diferentes lugares de Europa para ver cómo el clima podía afectar a su eficiencia, pero la pandemia hizo que se cancelara. En cambio, surgió un proyecto más local: “Estamos explorando el microbioma de la dehesa charra”, es decir, el conjunto de microorganismos propio de este ecosistema, “y entender cómo se puede utilizar para inducir resistencia en las plantas y ayudar a que los cultivos se adapten a diferentes tipos de estrés”.

Las plagas que trata de combatir este grupo de investigación del IRNASA son muy diversas. Por ejemplo, ‘Spodoptera exigua’, un insecto que se come las hojas; ‘Tuta absoluta’, que se conoce como la polilla del tomate y hace túneles en la planta; o la araña roja que también provoca grandes pérdidas en el campo. Además, los científicos trabajan con hongos patógenos como ‘Botrytis’, un patógeno aéreo que produce la podredumbre gris del tomate, y otro del suelo, ‘Fusarium’, que produce el marchitamiento vascular. La idea es trabajar con tomate por la importancia que tiene para la agricultura, pero que esa experiencia se pueda trasladar a otros cultivos de interés en Castilla y León. Aunque gran parte de los investigadores usa como planta modelo ‘Arabidopsis thaliana’, este equipo del IRNASA ha elegido el tomate porque, además de ser una buena herramienta para entender los mecanismos moleculares, tiene interés agrícola.

Vacunas para rumiantes

Por su parte, Marta López García ha logrado una ayuda FPU, que está destinada a que los investigadores realicen su tesis doctoral con un contrato por un periodo de cuatro años. En su caso, trabaja en parasitosis de la ganadería en un grupo liderado por Mar Siles y Javier González que se centra en el estudio del parásito ‘Fasciola hepatica’. “Afecta sobre todo al ganado pero también al ser humano”, explica, “y nosotros queremos contribuir al desarrollo de vacunas eficaces en rumiantes”, ya que se trata de uno de los principales problemas de la ganadería en España y en el mundo.

La investigación trata de establecer las bases moleculares y celulares de la relación que hay entre ‘Fasciola hepatica’ y su hospedador en las primeras etapas. El trabajo que va a realizar esta investigadora pasa por una aproximación ‘in vitro’ que consiste en poner en contacto al parásito con células del peritoneo y del hígado. Después, estudiará estas interacciones en un modelo de ratón. “Analizaremos qué proteínas varían en estos procesos”, lo que dará paso a un enfoque de edición genética, aplicando por primera vez la técnica CRISPR en ‘Fasciola hepatica’. “Las moléculas parasitarias elegidas podrán ser candidatos vacunales”, afirma.

Marta López García, investigadora del IRNASA.